LA LÓGICA DE SAN AGUSTÍN

San Agustín se convirtió por una sencilla señal. Durante años buscó en varias corrientes filosóficas una respuesta para el sentido de la vida. Cierta tarde, en el jardín de su casa de Milán, reflexionaba sobre el fracaso de toda su búsqueda. En ese momento, escuchó que un niño cantaba en la calle: “¡Tome y lea! ¡Tome y lea!”
Aunque siempre se había regido por la lógica, resolvió – en un impulso – abrir el libro que le quedaba más cerca. Era la Biblia, y allí leyó un pasaje de San Pablo que incluía las respuestas que estaba buscando.
A partir de entonces, en el pensamiento de Agustín, la lógica le dejó un lugar también a la fe, de manera que ésta tuviese también su participación. Fue por esto por lo que él llegaría a ser uno de los mayores teólogos de la Iglesia.

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